La sopa caliente de verduras no solo es comida, sino también una forma de entrar en calor. La calabaza es la base de un plato fácil de digerir y muy nutritivo. Corta la pulpa de calabaza en dados, unos trozos de zanahoria y cebolla, añade un poco de jengibre rallado y vierte el caldo de verduras. Cocina todo hasta que esté tierno, después puedes batirlo en una licuadora hasta obtener una crema. Al servir, añade una cucharada de aceite de oliva y una pizca de albahaca seca. Esta sopa combina especialmente bien con una cena tranquila y sin aparatos. El calor que desprende la taza ayuda a relajar los músculos y a que las articulaciones descansen de la actividad diaria. Esta receta se adapta a cualquier época del año: sustituye la calabaza por calabacín o brócoli, y el jengibre por cúrcuma. No importa la cantidad de ingredientes, sino la sensación que queda después de cenar: suave, cálida y reconfortante.